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sábado, 16 de enero de 2010

La librería de Sara.




Sara se encontraba frente al ordenador, dando de baja el último libro que había vendió “cien años de soledad de Gabriel García Márquez” un billete de diez y una bonita sonrisa, fue el cambio que entrego a su joven compradora. Su pequeña librería era todo su mundo; Tenía dos plantas unidas por unas escaleras de caracol, lucia unas bellas estanterías de madera, jarrones con flores secas, pequeñas mesas y sillas para que los mas pequeños, algún que otro cuadro con imágenes en blanco y negro, un mostrador de madera envejecida y sabia, tras el cual se hallaba una pared llena de dibujos de los niños que pululaban por allí. Era un lugar que irradiaba paz y quietud, como la que se percibe en los santuarios, y en cierta manera así era… el santuario particular de Sara.

Ella era una chica joven, pera la tinta ya le corría por las venas, ya que había heredado la librería de sus padres y estos a la vez de los suyos, así pues que ella creció entre hojas de papel, lápices, cuadernos, archivadores y ese olor a libro nuevo que tanto le gustaba. Tras las gafas de Sara se escondían unos ojos color miel infinitos, un coletero sujetaba su pelirroja melena; sus mejillas siempre sonrosadas y la costumbre de mordisquearse los labios; le daban un aire de ingenuidad y dulzura entrañables, a pesar de ser una chica joven, era culta, considerada y amable, pero lo que le hacia realmente especial, era ese "don" tan particular que poseía.


Sara era capaz de unir en perfecta armonía, a un libro y su lector, sabia que lectura en particular necesitaba cada persona, incluso podía reparar almas si la elección del titulo era la adecuada, creerme si os digo (que nunca jamás fallaba) también contaba con un as en la manga, ya que si le surgía alguna duda… Sara recomendaba siempre el mismo libro “Vente poemas de amor y una canción desesperada” y es que Neruda va bien con todo.


Hoy era viernes, lo que significaba “tarde de cuentos en la librería” y esos días la tienda se llenaba de “locos bajitos” con sus mamas… Sara era muy querida por ellos, la conocían como la señorita de la voz bonita, y no les faltaba razón, pues escuchar a Sara contar un cuento un viernes lluvioso de Noviembre, era como tomar una taza de chocolate caliente.


Tras una tarde de cuentos entrañable, cerraba las puertas de ese maravilloso lugar y se encaminaba hacia uno de sus lugares favoritos… la estación de tren. Y es que a Sara le gustaba tanto y tanto ese lugar; le divertía escuchar la megafonía anunciando las inminentes llegadas, se mezclaba con los nerviosos paseantes del anden, que no hacían mas que mirar al infinito, observaba el ir y venir de maletas llenas de nuevas ilusiones, le gustaba ver como llegaban esas grandes maquinas sobre raíles y como de ellas bajaban ojos inquietos y despiertos… le emocionaba ver como esos ojos se cerraban al compas de un abrazo largamente añorado.


Y así pasan sus días, entre estanterías y raíles, entre lápices y abrazos, entre libros y estaciones… atesorando cada imagen en su corazón, porque lo que realmente veía Sara en la estación, eran los finales felices de sus libros, hechos realidad.

 Autor :Iván Sánchez. http://cosasdeivans.blogspot.com

6 comentarios:

Escribir es seducir dijo...

ME HAS HECHO VOLVER A LA INFANCIA CON TU CUENTO Y LA MUSICA DE TU BLOG.
ES UN CUENTO PRECIOSO QUE HABLA DE MUCHAS COSAS QUE ME ENCANTAN LIBRERIAS, LIBROS, EL TREN ALIVIAR EL ALMA AL ESCRIBIR COMO SOSTENGO SIEMPRE.... UN LUGAR MAGICO HAS CREADO TU EN ESTE BLOG FELICITACIONES!!!!!!!!1

Unknown dijo...

Gracias amigo por publiar mi cuento, un saludo

A.L.Zarapico dijo...

Gracias a vosostros, con solo dos personas se ha realizado la magia, una escribiendo y la otra leyendo.Gracias.

Raúl dijo...

Vaya. Desconocía esta nueva propuesta.
un saludo.

Escribir es seducir dijo...

TE DEJE UN PREMIO EN MI BLOG. ME LO HAN DADO A MI Y TENIA QUE ELEGIR LOS BLOG QUE MAS ME GUSTABAN

SALUDOS

.Daniel Gianni dijo...

¡BARVARO!MUY BUENO