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domingo, 7 de noviembre de 2010

Niños...

                                                    Fotografía: Alastair Magnaldo.

Día de fiesta. Los profesores en huelga. Los niños felices juegan en el parque…Pito pito colorito, ¡tu la llevas! Un, dos, tres, al escondite inglés. Susana pasea observándolos, ella también fue niña. Ahora es profesora, y sin saber bien porqué, también está en huelga. Prefiere los niños a los líderes sindicales, berreando bajo cualquier lema.
            Se sienta en un banco bajo la sombra de un sauce llorón. Cierra los ojos…a lo lejos…Pito pito colorito, ¡tu la llevas! Un, dos, tres, al escondite inglés.
            Oye la cantarela, y sonríe. De todas maneras los políticos también repiten la misma musiquilla…pito pito colorito…

jueves, 13 de mayo de 2010

El Reflejo Del Espejo.




LA PRINCESA ESPEJO
SE ENAMORÓ DEL REFLEJO
DEL PRÍNCIPE ALEJO.
PERO EL REFLEJO SE ESCAPÓ
Y ALEJO DESAPARECIÓ.

LA PRINCESA ESPERÓ OTRO DÍA,
Y CUNADO APARECIÓ EL REFLEJO
YA  NO ERA DE DON ALEJO

AHORA SONREIA ,EN EL ESPEJO
UN GRACIOSO CONEJO.

LA PRINCESA ESPEJO
LO MIRÓ DE ENTRECEJO.

LUEGO LO INVITÓ
A TOMAR UN AJENJO.

EL CONEJO SE ENOJÓ
SÓLO HINOJOS COMIÓ,
CUANDO SALIÓ DEL REFLEJO
DE LA PRINCESA ESPEJO,
TURBADA Y EN PERPLEJO.


Autor: Stella Maris Taboro   http://cuentoseinfancia.blogspot.com







viernes, 19 de febrero de 2010

Con Antenas.



ASOMAN VIGILANTE MIS ANTENAS,
Y LAS ESCONDO SIN PENA,
EN MI FRÁGIL CASITA
DE ENCORBADA PISTA.
CIERRO LA PUERTA
Y QUIETO DUERMO LA SIESTA.

AMO LA HUMEDAD
DE TODAS LAS MACETAS,
Y DEJO CINTAS PLATEADAS
EN TODAS LAS ALBORADAS.

MI COMIDA VERDE ES LA PREFERIDA
POR ESO NO ME QUIEREN
LAS PLANTAS SUFRIDAS.

PREFIERO LAS NOCHES
 CON LUNA O SIN LUNA,
BELLAS COMO NINGUNA.

ME DESLIZO LENTAMENTE ,
SUAVE Y SILENCIOSAMENTE.

YA SABES QUIEN SOY
SIEMPRE SACO MIS ANTENAS AL SOL
O EN LAS NOCHES DE CALOR.


Autor:Stella Maris Taboro. Blog:Letras con sabor a chupetines.

martes, 9 de febrero de 2010

Las Fieras.


No hay más tiempo para pensar, la música cautiva en el alma de los afortunados, dotados de sensibilidad.
Mientras escribo no pienso, solo siento y escucho. Es una sensación fascinante, en desenchufar el chip por un rato.
Es como una zona sin viento en medio de un huracán, sabiendo que pasará. Pero… ¿Vendrá luego un tifón? Nada, hay que buscar refugio en una tormenta, sin embargo ¿Cómo podemos encontrarlo? Cuando la tormenta está en un cofre hermético, de huesos y masa encefálica.
Realmente sería infinitamente más fácil, ni siquiera intentarlo. Tal vez sea ese el verdadero motivo del estrés y la depresión. Al fin y al cabo, somos humanos, y no en el sentido solidario ¿Lo somos solo por el echo de sentir? Que se lo digan a un perro.
No tengo conclusiones definitivas, pero si puedo afirmar como al principio.
Si la música emociona a los sensibles humanos y decimos que también amansa a las fieras. Al fin y al cabo calma mujeres, hombres, niños, ancianos y por supuesto… ¡A las fieras!

Autor:Emilio López.



lunes, 8 de febrero de 2010

DON DUERDO.




UN DÍA QUE NO ME ACUERDO,
DESPUÉS DE UN DÍA D E LLUVIA,
NACIÓ RELUCIENTE DON DUERDO,
CON SU SOMBRERITO BLANCO .

CRECIÓ AGRUPADO CON OTRO ,
DE NOMBRE TANCO.

DON DUERDO PROTESTABA,
QUEDARSE QUIETO , NO LE GUSTABA.

ATADO AL SUELO SUFRÍA MUCHO,
E INVITÓ A VIAJAR A DON TANCUCHO,
EL DE SOMBRERITO
QUE PARECÍA CUCURUCHO.

TANCUCHO LLAMÓ A TANCO
PERO TANCO ESTABA ESTANCO,
QUIETO COMO SOLDADO
DURO COMO HIELO HELADO.
DON DUERDO NO ENTENDÍA
QUE SU DESTINO ERA ESTAR AFERRADO
AL SUELO, COMO ENAMORADO.
SÓLO PODÍA LUCIR SU SOMBRERITO
DE MIL LÁMINAS ABAJO...

Autor: Stella Maris Taboro. Blog: Letras con sabor a chupetines.http://cuentoseinfancia.blogspot.com/

sábado, 16 de enero de 2010

La librería de Sara.




Sara se encontraba frente al ordenador, dando de baja el último libro que había vendió “cien años de soledad de Gabriel García Márquez” un billete de diez y una bonita sonrisa, fue el cambio que entrego a su joven compradora. Su pequeña librería era todo su mundo; Tenía dos plantas unidas por unas escaleras de caracol, lucia unas bellas estanterías de madera, jarrones con flores secas, pequeñas mesas y sillas para que los mas pequeños, algún que otro cuadro con imágenes en blanco y negro, un mostrador de madera envejecida y sabia, tras el cual se hallaba una pared llena de dibujos de los niños que pululaban por allí. Era un lugar que irradiaba paz y quietud, como la que se percibe en los santuarios, y en cierta manera así era… el santuario particular de Sara.

Ella era una chica joven, pera la tinta ya le corría por las venas, ya que había heredado la librería de sus padres y estos a la vez de los suyos, así pues que ella creció entre hojas de papel, lápices, cuadernos, archivadores y ese olor a libro nuevo que tanto le gustaba. Tras las gafas de Sara se escondían unos ojos color miel infinitos, un coletero sujetaba su pelirroja melena; sus mejillas siempre sonrosadas y la costumbre de mordisquearse los labios; le daban un aire de ingenuidad y dulzura entrañables, a pesar de ser una chica joven, era culta, considerada y amable, pero lo que le hacia realmente especial, era ese "don" tan particular que poseía.


Sara era capaz de unir en perfecta armonía, a un libro y su lector, sabia que lectura en particular necesitaba cada persona, incluso podía reparar almas si la elección del titulo era la adecuada, creerme si os digo (que nunca jamás fallaba) también contaba con un as en la manga, ya que si le surgía alguna duda… Sara recomendaba siempre el mismo libro “Vente poemas de amor y una canción desesperada” y es que Neruda va bien con todo.


Hoy era viernes, lo que significaba “tarde de cuentos en la librería” y esos días la tienda se llenaba de “locos bajitos” con sus mamas… Sara era muy querida por ellos, la conocían como la señorita de la voz bonita, y no les faltaba razón, pues escuchar a Sara contar un cuento un viernes lluvioso de Noviembre, era como tomar una taza de chocolate caliente.


Tras una tarde de cuentos entrañable, cerraba las puertas de ese maravilloso lugar y se encaminaba hacia uno de sus lugares favoritos… la estación de tren. Y es que a Sara le gustaba tanto y tanto ese lugar; le divertía escuchar la megafonía anunciando las inminentes llegadas, se mezclaba con los nerviosos paseantes del anden, que no hacían mas que mirar al infinito, observaba el ir y venir de maletas llenas de nuevas ilusiones, le gustaba ver como llegaban esas grandes maquinas sobre raíles y como de ellas bajaban ojos inquietos y despiertos… le emocionaba ver como esos ojos se cerraban al compas de un abrazo largamente añorado.


Y así pasan sus días, entre estanterías y raíles, entre lápices y abrazos, entre libros y estaciones… atesorando cada imagen en su corazón, porque lo que realmente veía Sara en la estación, eran los finales felices de sus libros, hechos realidad.

 Autor :Iván Sánchez. http://cosasdeivans.blogspot.com