- Sentada, en aquél tren camino entre un lugar y otro, observaba.
Aquella niña viajaba con su papá, cuatro añitos tal vez, aún le costaba sumar cinco más dos, le pedía a su papá que contara antes que ella cuánto sumaban.
Papá llevaba unos cuantos cromos de Hello Kitty, y el albúm. Le explicaba cómo separar el papel adherido para poder pegar cada cromo.
Toda una señorita, en una mano su bolsito rosa de “blancanieves”, ensimismada en su mundo, de vez en cuando le reservaba un pedacito de atención a papá, aunque ella prefería que fuera papá o cualquier otro espectador quien estuviera dispuesto a admirar sus posibilidades y elocuencias.
En la otra mano, un trocito rosa. Suelta el bolso junto a ella y abre una tapa del trocito rosa, lo acerca al oido, pregunta, saluda y le dice a papá:
“es tu jefe”
Papá continúa la conversación y finalmente se despide de su jefe.
La niña recoge el trocito rosa, lo cierra y lo guarda en su bolsito rosa.
Se coloca de nuevo en su asiento del tren, altiva, coqueta, cruza sus piernas enfundadas en sus vaqueros estrechos de pitillo, mientras hace el movimiento perfecto con su cabeza para que el pelo se coloque ordenado y en el lugar exacto para que el lazo rojo que lleva su diadema no pase desapercibido.
- Autor: Delia (Madrid)