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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Grandes Pequeños.




-          Sentada, en aquél tren camino entre un lugar y otro, observaba.

Aquella niña viajaba con su papá, cuatro añitos tal vez, aún le costaba sumar cinco más dos, le pedía a su papá que contara antes que ella cuánto sumaban.

Papá llevaba unos cuantos cromos de Hello Kitty, y el albúm. Le explicaba cómo separar el papel adherido para poder pegar cada cromo.

Toda una señorita, en una mano su bolsito rosa de “blancanieves”, ensimismada en su mundo, de vez en cuando le reservaba un pedacito de atención a papá, aunque ella prefería que fuera papá o cualquier otro espectador quien estuviera dispuesto a admirar sus posibilidades y elocuencias.

En la otra mano, un trocito rosa. Suelta el bolso junto a ella y abre una tapa del trocito rosa, lo acerca al oido, pregunta, saluda y le dice a papá:
“es tu jefe”

Papá continúa la conversación y finalmente se despide de su jefe.

La niña recoge el trocito rosa, lo cierra y lo guarda en su bolsito rosa.

Se coloca de nuevo en su asiento del tren, altiva, coqueta, cruza sus piernas enfundadas en sus vaqueros estrechos de pitillo, mientras hace el movimiento perfecto con su cabeza para que el pelo se coloque ordenado y en el lugar exacto para que el lazo rojo que lleva su diadema no pase desapercibido.



-           Autor: Delia (Madrid)

martes, 8 de diciembre de 2009

MAGIA.





Sintió el aire en su cara, observó la ciudad y saltó. Percibió el pasar de las horas, los meses y años en donde esperó paciente por el momento preciso, se vio a si mismo envuelto en aquel mar de lejanos recuerdos.

Podía ver en el viento todos sus sueños perdidos, su propia imaginación lanzada a la victoria, el baile al cual perteneció pero nunca fue invitado. Su propia razón inalcanzable durmiendo en los laureles de un pasado mejor.

El cemento se acercaba placentero, se lleva y se va sin destino este cuento traicionero. Aún sumergido en la mágica idea del renacer su pensamiento buscaba un nuevo amanecer.

Al fondo del precipicio esperaban los autores, debatiendo como siempre en busca de definir los colores. Uno a uno reconoció como parte de aquel todo que él mismo no pidió, venimos solos y nos vamos solos pensó, su final definido es un mal bien sabido.

Finalmente despertó, de aquel sueño visionado, de este mundo arraigado y buscando la razón. Aún vistiendo el sentido y unido al andar, se paró como todos los días y a su vida se lanzó a caminar.

Como magia, y sonrió.


Autor: : Jacobo Dib Cruz.  blog: Las Aventuras en el Planeta Azul.http://dinobat.blogspot.com